Historia

Turrialba, 1997

En la temporada 1996-1997, Saprissa visitó a Turrialba el jueves 27 de febrero de 1997. Esa vez el equipo que descendió a Segunda División en ese torneo nos ganó 2 a 1, pero el partido es más recordado por una jugada insólita de Erick Lonis, aquel famoso gol, el peor gol recibido por nuestro capitán de aquellos años, y tras de todo en su tierra natal.

Alineaciones de ese día

Turrialba: Luis Alpízar, Mario Guadamuz, Alexander Mora, Max Sánchez, Marvin Obando, Richard Mahoney, Adrián Leandro, Róger Molina, Wilson Muñoz, Ronald Vega, Brun Anghedon
Cambios: O. Vargas (Leandro, 76), Alexander Chaves (Anghedon, 61)

Director Técnico: Carlos Avedizzián

Saprissa: Erick Lonis, Mauricio Wright, Ronald González, Victor Cordero, Jervis Drummond, Jose Pablo Fonseca, Douglas Sequeira, Alejandro Sequeira, Juan Carlos Arguedas, Javier Wanchope, Gerald Drummond
Cambios: Walter Centeno (Cordero, 78), Try Bennett (Fonseca, 76), Michael Myers (Wanchope, 58)

Director Técnico: Carlos Watson

Goles: Autogol de Mauricio Wright 3′, Gerald Drummond 23′, Wilson Muñoz 72′

Árbitros: Ronald Gutiérrez, Luis Fernando Torres, Hugo Cruz.

Nota de La Nación

Con el triunfo, los locales arribaron a 21 puntos y le endozaron el gélido sótano al benjamín Goicoechea, elenco con el que comparten unidades, pero al que superan en un enfrentamiento particular.

La pesadilla morada comenzó desde que Erick pifió en forma aparatosa un servicio hacia atrás de su compañero Mauricio Wright y la pelota infló la red.

¿Error o infortunio? Ambos. Cuesta creer que un guardameta con los pergaminos de Erick se fíe de una cancha resbalosa, mida mal la pelota y ponga a su equipo cuesta arriba. El partido apenas gateaba, iban tres minutos.

A partir de ahí, Turrialba gobernó a sus anchas. Pudo asegurar el tanteador, pero Anghedon, Leandro y Múñoz se mostraron deficitarios en la definición.

Los locales no dieron ventajas atrás, guiados por el futbol expedito de Alexánder Mora, bien secundado por sus lugartenientes Richard Mahoney, Mario Guadamuz y Max Sánchez.

En el medio, un inspirado Wílson Muñoz manejó a placer los hilos del juego. Cabeza erguida y pelota al pie, entabló un diálogo futbolístico con Róger Molina y Adrián Leandro.

La justicia lo premió en el complemento, cuando bien habilitado por Rónald Vega, al minuto 70, tocó con la parte interna del botín izquierdo y venció a Lonnis.

Erick salvó a su equipo en cuatro lances, pero igualmente soltó balones que parecían fáciles y, además, se ganó la enemistad del público cuando, en un lance intrascendente con Leandro, le descargó un codazo que el irregular silbatero Rónald Gutiérrez perdonó con una amarilla, cuando todos esperaban la expulsión.

Saprissa nunca le encontró la medida al partido.

De hecho empató a puro corazón y coraje, el mismo que encarnan Ronald González, los gemelos Drummond y ese proyecto de notable jugador que es Douglas Sequeira.

El novato volante de contención se largó en misión de avanzada por la derecha, centró al corazón del área y Gérald enderezó de taquito para vencer al reaparecido Luis Alpízar. Uno a uno, a los 23 minutos.

Turrialba no desentonó. Apostó al desequilibrio, encarnado por el haitiano Anghedun, a la lucidez de Muñoz, el mejor hombre de la cancha, y a la picardía de Leandro. El gol de la merecida victoria vino como una consecuencia lógica de su mejor quehacer.

Saprissa vivió una pesadilla azucarada, una noche de terror.